Hasta hace unos meses en mi casa se tomaba leche Mi Vaca descremada. Por temas de desabastecimiento, y como en muchas casas venezolanas, se empezó a comprar leche La Pastoreña. Para no encadenarnos con relación al sagrado líquido que moja nuestro cereales y acompaña el café, vamos al punto: se compra La Pastoreña y se seguirá comprando La Pastoreña sin importarnos si Mi Vaca u otra marca están en el mercado.
La razón es simple aunque impredecible: alguien nos la recomendó. Y no solo alguien en la calle con un comentario fugaz relacionado a la leche que se toma en casa. Fue una de las agencias de publicidad que nos representa en Pepsico Alimentos: Propela Creativa. Anecdóticamente, Propela grabó y produjo hace un par de semanas un comercial para La Pastoreña y la semana subsiguiente fungió como productora en uno para Doritos (marca que represento). En el set de grabación los amigos de Propela nos comentaban como los representantes de La Pastoreña los habían tratado de maravilla y como todo el proceso de producción les había parecido magnifico, haciendo hincapié en el valor y amor que le imprimían al proceso (una anécdota muy interesante que por motivos de longitud no parafraseo en este post).
Esta declaración cambió mi visión en relación a la leche que se toma en casa, apreciando a La Pastoreña aún más por el simple hecho de que personas en las que confío tuvieron una experiencia memorable con los representantes de una marca de leche. Esto es mercadeo, suena descabellado y efímero pero es mercadeo.
Los representantes de La Pastoreña al ser amables y trabajar duro cuentan una historia, la de la fabricación de leche con amor y entusiasmo. Así, esa historia se puede propagar (principalmente a través de tus proveedores y allegados) para así dar el salto a terceros y a las redes sociales (este blog como ejemplo). Algo similar pasa con tu marca o negocio, incluso con tu persona: el poder del boca a boca es aún mayor hoy en día y se define en cualquier momento en el que expongamos a nuestras marcas (momentos de verdad) a la revisión de los proveedores, consumidores y clientes.
Cuida cada detalle dentro de tu historia, porque no sabemos en qué momento ese detalle se convierte en la pieza central de nuestra historia.
En mi casa, y por un detalle, se toma La Pastoreña.
La razón es simple aunque impredecible: alguien nos la recomendó. Y no solo alguien en la calle con un comentario fugaz relacionado a la leche que se toma en casa. Fue una de las agencias de publicidad que nos representa en Pepsico Alimentos: Propela Creativa. Anecdóticamente, Propela grabó y produjo hace un par de semanas un comercial para La Pastoreña y la semana subsiguiente fungió como productora en uno para Doritos (marca que represento). En el set de grabación los amigos de Propela nos comentaban como los representantes de La Pastoreña los habían tratado de maravilla y como todo el proceso de producción les había parecido magnifico, haciendo hincapié en el valor y amor que le imprimían al proceso (una anécdota muy interesante que por motivos de longitud no parafraseo en este post).
Esta declaración cambió mi visión en relación a la leche que se toma en casa, apreciando a La Pastoreña aún más por el simple hecho de que personas en las que confío tuvieron una experiencia memorable con los representantes de una marca de leche. Esto es mercadeo, suena descabellado y efímero pero es mercadeo.
Los representantes de La Pastoreña al ser amables y trabajar duro cuentan una historia, la de la fabricación de leche con amor y entusiasmo. Así, esa historia se puede propagar (principalmente a través de tus proveedores y allegados) para así dar el salto a terceros y a las redes sociales (este blog como ejemplo). Algo similar pasa con tu marca o negocio, incluso con tu persona: el poder del boca a boca es aún mayor hoy en día y se define en cualquier momento en el que expongamos a nuestras marcas (momentos de verdad) a la revisión de los proveedores, consumidores y clientes.
Cuida cada detalle dentro de tu historia, porque no sabemos en qué momento ese detalle se convierte en la pieza central de nuestra historia.
En mi casa, y por un detalle, se toma La Pastoreña.